Archivos de la categoría ‘Adolfo García’

PR 7  21.12.2010 / ADOLFO GARCÍA SAMPER

El debate acerca de la relación entre periodismo y literatura es un asunto difícil de dirimir. Quizá por considerar demasiado heterogéneos los vínculos que unen a estas dos disciplinas, muchas veces se ha evitado realizar estudios detallados al respecto. El tema, sin embargo, no deja de suscitar un gran interés, amén de plantear algunas cuestiones fundamentales. Y es que, ¿resulta conveniente que el periodismo y la literatura se relacionen?

Arcadi Espada, renombrado periodista multimedia del diario EL MUNDO, enumeró, durante su intervención en la Jornada sobre Periodismo y Literatura celebrada en la Universidad Miguel Hernández del Elche, las cualidades de ambas materias. No cree, sin embargo, que la literatura repercuta positivamente en el periodismo. Existen diferencias que impiden una convergencia entre sus elementos característicos. Por un lado (y esto resulta obvio), una novela, por muy realista y detallada que pueda parecer, es ficción, mientras que al periodismo sólo le importan los hechos; por otro, el redactor de noticias no puede pretender explicar el porqué de los acontecimientos, tal y como haría un escritor que comprende hasta el más mínimo detalle del mundo creado por él mismo. Es por esto que la buena práctica periodística debería, a su parecer, distar mucho de la literaria.

Por otro lado, Arcadi Espada se presenta como un acérrimo defensor de la objetividad, todo lo contrario que Antonio Lucas, articulista del diario EL MUNDO y poeta, quien asegura que la imparcialidad no existe. En su opinión, el periodismo, que empieza a habituarse a las nuevas herramientas digitales, requiere más que nunca profesionales capaces de cosechar información fiable y contrastada y utilizar el lenguaje con el máximo rigor.

En cuanto a twitter, facebook y el famoso periodismo ciudadano, Antonio Lucas lo tiene claro: no son periodismo de verdad. ¿Y Wikileaks? Para el autor de Los Mundos Contrarios el portal web de Julian Assange ha supuesto una de las revoluciones más importantes de los últimos años, una lección clara de que el periodismo debe trascender todas las barreras y mirar más allá de lo que normalmente imponen las altas esferas del poder.

En definitiva, el periodista ha de pelear por la información hasta caer rendido si es necesario, respetar el lenguaje y, sobre todo, no fabular.

PR8 16.12.2010 / ADOLFO GARCÍA SAMPER

El precepto básico y esencial del periodismo es el respeto inquebrantable hacia las fuentes informativas. Al transgredir dicho precepto se incurre, por tanto, en un delito de lesa profesión. De acuerdo con esta premisa, para que el periodista pueda desempeñar una tarea lícita es necesario: 1) que observe la realidad en toda su amplitud, sin rehusar el más mínimo detalle; 2) que mantenga un estrecho y perseverante vínculo con sus contactos y fuentes potenciales, y 3) que no invente, bajo ningún concepto, datos, declaraciones y hechos. Si alguien no acepta estas pautas, mejor que se dedique a otra cosa; la literatura, por ejemplo, le iría bien.

Aunque en principio la lección parece estar aprendida e incluso puede sonar obvia, la historia, por desgracia, se halla repleta de incidentes en los que la desidia terminó infringiendo un severo daño al periodismo. Estados Unidos nos ha brindado algunos de los más célebres escándalos. La tierra de la libertad es, sin duda, la cuna de algunos de los mejores periodistas del mundo, cuenta con innumerables publicaciones de elevado prestigio y se ha erigido como el epicentro de las transformaciones en la profesión a lo largo del siglo XX. Pero también allí se han registrado muchas de las estafas que hoy sirven de advertencia a las nuevas generaciones de periodistas. Casos como el de Janet Cooke, que inventó a un niño heroinómano de ocho años llamado Jimmy, o Patricia Smith, despedida del diario The Boston Globe por su tremenda afición a fabular, componen un largo expediente de fraudes periodísticos.

Stephen Glass

Stephen Glass, antiguo reportero de la prestigiosa revista The New Republic, protagonizó el que fuera, bien por la magnitud de sus engaños (según informes de TNR, al menos 27 de los 41 artículos publicados por Glass contenían datos falsos), bien porque los acontecimientos tuvieron lugar en los albores de la era del periodismo digital o bien por el hecho de que sus peripecias inspiraran la película El precio de la verdad, uno de los affaires con mayor repercusión en el mundo. Sea como fuere, el caso Glass dejó patente la ingenuidad de algunos editores y la ineficacia de los filtros en la redacción; pero también encumbró a buenos periodistas como Adam Penenberg, el hombre (por entonces reportero de Forbes) que logró, gracias a internet, desenmascarar los engaños de Glass.

Pero, ¿qué causas motivan esta clase de delitos? ¿Qué mueve a un periodista a inventar fuentes y contar mentiras? Quizá la competencia cada vez más feroz y siempre enfocada a la eterna búsqueda de beneficios, o mejor dicho, de fortunas; la celeridad con que se debe elaborar la información, que apenas otorga un respiro; el apostar por el espectáculo y el entretenimiento, todo ello puede acarrear presiones en ocasiones insostenibles para el periodista. Ya por las ansias de gloria, ya por desazón y estrés, ya por peculiaridades idiosincrásicas (Glass afirmó que engañaba para preservar su estima), de vez en cuando aparece un periodista que vulnera las leyes sagradas. Cualquier pretexto, sin embargo, no exime de culpa. La omisión, el plagio o las invenciones repercuten muy negativamente en el periodismo y echan por tierra los nobles valores de esta humilde profesión. Los auténticos periodistas deben consagrarse a la verdad y saber que sin fuentes el periodismo está muerto.

Titulares

Sin verdad no hay periodismo

A Glass le perdieron sus ansias de gloria

Adam Penenberg defiende el periodismo y desenmascara al farsante

Stephen Glass pretendía ser amado

The New Republic ve perjudicada su imagen

De 41 artículos publicados por Stephen Glass, al menos 27 contenían material ilícito.

El caso Glass inspira una película recomendada para todos los amantes del periodismo

Stephen Glass arruina su reputación y traiciona los valores periodísticos

Adam Penenberg reivindica el periodismo en la red

Internet descubre el fraude



PR. 6 14.12.10 / ADOLFO GARCÍA SAMPER

Día a día se refuerza la creencia de que el futuro de los medios escritos pasa por explotar el ámbito local. De hecho, la idea se ha ido convirtiendo paulatinamente en una clara evidencia. Ya en Estados Unidos, como en su momento nos mostró Daniel Askt, sólo los periódicos que apuestan por las noticias locales salen adelante. Y aquí en España, por fortuna, existen grupos con la asignatura bien sabida desde hace años.

Uno de ellos es Prensa Ibérica, una de las corporaciones comunicativas con mayor presencia en el ámbito regional. Entre sus publicaciones destaca el diario INFORMACIÓN, que actualmente es el rotativo con mayor número de lectores de toda la provincia. Y no es de extrañar, puesto que además de llevar a buen puerto ediciones para Alicante, Alcoy, Benidorm, Elche, Elda y Vega Baja, sus noticias son redactadas con el mayor rigor periodístico y giran en torno a temas locales.

En cuanto a internet, la cosa no está tan clara. Por lo que parece, el grupo no presta la suficiente atención a los contenidos en red, al menos en la zona mediterránea, como bien especifica Fernando Ramón, quien atribuye esta causa a una falta de estructura empresarial y al temor de invertir en algo que luego, por distintas causas, no ofrezca beneficios. Así y todo, Prensa Ibérica ha empezado a apostar por la convergencia de redacciones, que permite elaborar noticias comunes para todas las webs del grupo.

Fernando Ramón opina, sin embargo, que el futuro de la prensa no está en la tecnología, sino en los profesionales. Por lo demás, el grupo no parece gestionarse de un modo equivocado, sobre todo cuando algunos de sus diarios cuentan con tantos lectores. Más adelante ya se verá.


PR 5  14.12.10 / ADOLFO GARCÍA SAMPER

Lo primero que llama la atención de Alfonso Armada es su seductora elocuencia, engrosada por esa extraña confianza que infunde desde el momento en que dice “hola”. Lo segundo es, por supuesto, su extraordinario palmarés de reportero, en el cual destacan los siete años como corresponsal para ABC en la cosmopolita ciudad de los rascacielos, que culminaron con la publicación de Nueva York: el deseo y la quimera, bajo petición expresa de Arcadi Espada, y del reciente Diccionario de Nueva York.

Su trayectoria parece demostrarlo: Alfonso Armada es un infatigable perseguidor de la verdad, y no un ávido cazador de gloria. Si algo tiene claro este humilde y honesto cronista después de tantos años consagrados a la comunicación es que el periodista no debe estar nunca por encima de la noticia, es decir, convertirse en el actor principal, pues ello es signo inequívoco de negligencia. Sin embargo, el modelo de negocio de los medios comunicativos asienta sus cimientos en la sublimación del profesional y la ulterior explotación publicitaria del mismo, y ante tales prácticas hasta el más noble de los periodistas es compelido a doblegar la cerviz.

En medio de todo este ánimo de lucro, el señor Armada se yergue como un abnegado defensor de la calidad periodística. Para él, el actual diseño empresarial de los medios tiene los días contados. Precisamente por ese motivo, y en su empeño de conservar las premisas y la esencia del buen periodismo aprovechando, además, las ventajas del ciberespacio, ha fundado la revista digital FronteraD, un proyecto destinado a los buenos reporteros, esos que no se limitan a ser una mera correa de transmisión para el poder y buscan la verdad donde es genuina, esto es, en la gente de la calle.

Asimismo, en su intervención se deslizó alguna que otra cuestión de vital transcendencia. Alfonso Armada hizo hincapié, por ejemplo, en la eterna disyuntiva del corresponsal: ser testigo de muerte y desolación y pensar únicamente en cómo informar de ello al público, ¿lo convierte en un ser perverso? Según Armada, ante situaciones de ese tipo, el periodista debe hacer gala de una fortaleza moral y ética a prueba de bombas, puesto que una cámara, en ocasiones, altera la realidad, manipula las conductas y desencadena la barbarie

En cuanto a un ejemplo de buen periodismo, Armada lo tiene claro: Hiroshima, de John Hersey, un veraz y exhaustivo relato sobre seis supervivientes de la bomba atómica. En su opinión, así es y debe ser por siempre el periodismo más puro.


Daniel Askt asegura en su artículo Write Local: How small newspapers are surviving que los periódicos locales son más importantes de lo que uno a veces se imagina, y presenta algunas soluciones para evitar su desaparición. El periodista neoyorkino toma de ejemplo algunos diarios de su zona para descubrirnos cómo sobreviven en un escenario donde muchos periódicos de este tipo han sucumbido a la quiebra. Uno de ellos, el Register Star de Hudson, ha sabido mantenerse a flote pese a la escasez de recursos, gracias, sobre todo, al enfoque de sus noticias y al hecho de compartir su exiguo personal con el diario vecino, el Daily Mail. Estos periódicos sortean los recortes presupuestarios ofreciendo una gran variedad de contenidos y gestionando cuidadosamente la publicidad. Para ellos es fundamental obtener beneficios sin recurrir a las ayudas del estado (el mayor riesgo que puede asumir cualquier empresa de comunicación).

El artículo de Daniel Akst defiende en cierto modo la idea de que los periódicos locales, si están bien gestionados, tienen más garantías para sobrevivir que los diarios de gran tirada. Esto es así porque pueden mostrarse más cercanos con su público. Sin embargo, ofrecer buena información resulta arduo si, como ocurre habitualmente, se debe hacer frente a problemas de presupuesto. Un sólido apoyo publicitario es esencial para los periódicos locales, desde luego; pero más importantes son aún en estos caso los periodistas. El factor económico impone a los pequeños diarios la obligación de funcionar, las más de las veces, con un ridículo plantel de trabajadores. Si realmente desean ofrecer una amplia cobertura informativa, la solución más viable es encontrar periodistas polivalentes.

Aquí en Alicante existen algunos periódicos locales que prosperan siguiendo algunas de estas claves. En Santa Pola, por ejemplo, el periódico es gratuito, y en sus páginas convergen noticias políticas con toda la información cultural y deportiva de la ciudad. Además cuenta con su propia edición digital. Todo un ejemplo de buena gestión.

Adolfo García